Un problema comunicacional

Un problema comunicacional

Francisca Garrido

Francisca Garrido

Directora de estrategia

“Es que es un problema comunicacional”. Ésta es una de las frases que más se ha escuchado desde que Chile estalló de hastío en octubre de 2019. Sin embargo, llevamos dos años y medio en el diagnóstico y el famoso “problema comunicacional” no pasa de ser una declaración sin cambios profundos.

Muestras tenemos para repartir. Desde antes del estallido, con el desacierto de dos exministros llamando a chilenos empobrecidos a comprar flores y a trabajadores exhaustos a levantarse más temprano para pagar más barato un transporte público de dudosa calidad -claramente desconocido para ellos-, hasta el diseño de la Convención Constitucional (CC), que recién, cuando le quedaban menos de tres meses de funcionamiento, contrató servicios y asesorías para intentar comunicar un poco mejor.

La decisión de la CC fue híper criticada en su momento debido a que significaba un “despilfarro de recursos”. Para variar, las comunicaciones fueron tomadas como simples accesorias, cuando debieran siempre ser parte de los procesos. Dejar a las comunicaciones con un rol solamente reactivo terminó jugándole en contra la Convención: hoy el Rechazo se está instalando con mucha más fuerza y amenaza que todo el trabajo constitucional quede en nada, gracias a una asertiva campaña comunicacional que inició desde el primer día de la Convención, con una caótica jornada en el ex Senado.

Algo similar ocurrió con la instalación del actual gobierno. Los medios llenaron páginas y páginas especulando sobre la conformación de los ministerios y cómo sería la repartija política, porque eso daría cuenta de qué tan extrema sería la administración actual. Y en esa configuración, el Ministerio de Hacienda, sería clave para sopesar la estabilidad del país.  El mercado celebró cuando Mario Marcel aceptó el Ministerio de Hacienda, por su perfil moderado y, curiosamente, ni chistó cuando nombraron como ministra Secretaria General de Gobierno a Camila Vallejo.  Por un lado, había terror de que el Partido Comunista se instalará en un ministerio “clave” como Hacienda (hubo ruido por la denominación en Trabajo), pero la vocería no fue tema ni para el mundo financiero ni el empresarial y quién se haría cargo de las comunicaciones del Gobierno, tampoco

Por lo mismo, no es sorprendente que en las empresas pase algo similar. Los departamentos de comunicaciones no están en el corazón de la operación, cuando debieran estarlo. Las comunicaciones internas normalmente dependen de la Gerencia de Personas, separadas de las externas que están al alero de Marketing o Asuntos Corporativos y los mensajes se trabajan como si los colaboradores no fueran los mismos ciudadanos que luego consumen la misma información, entregada de manera completamente distinta, a través de las redes sociales de las mismas empresas, o de los medios de comunicación.

Las comunicaciones son neurálgicas para que los proyectos, procesos y planes sean exitosos y por eso deben ser parte de los mismos, desde su génesis. Ya es tarde cuando entran los equipos de comunicaciones a justificar errores, lavar imagen o simplemente tapar los desaguisados.

Hoy las instituciones tienen su imagen por el suelo, ya que las confianzas en todos los ámbitos están prácticamente destrozadas. Mucho se habla de diálogo para solucionar los enormes desafíos que tenemos. Pero para el diálogo se necesita primero que todo ver al interlocutor; segundo, oírlo y tercero, intentar comunicarse en su idioma o al menos en un dialecto común. Y para eso las comunicaciones son clave. 

COMPARTE:

Facebook
Twitter
LinkedIn