Francisca Garrido
Directora de Estrategia
Mujeres en las portadas de diarios, en todo tipo de newsletters, en la publicidad, en la televisión, en la radio, en las redes sociales, en todos lados. Marzo, mes caótico en el cual en Chile volvemos a la realidad luego de que en enero y febrero el país entra en una suerte de pausa rara por las vacaciones de verano, coincide con haber sido sindicado como el “el Mes de la Mujer”, principalmente por la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, conocido popularmente como 8M.
Respecto de marzo, quiero permitirme dos reflexiones. La primera: el caos característico del aterrizaje forzoso es fiel reflejo de la vida de la gran mayoría de las mujeres chilenas, que convivimos día a día con dobles jornadas laborales, asumir el peso de la pega, de la casa, de la crianza (para las que somos madres), en fin, de innumerables quehaceres que en verdad hacen que cada día de los nuestros sean un “mes de marzo” en sí mismo.
Ahora, hecho el descargo de la sobre exigencia a la que muchas estamos sometidas, me permito una segunda reflexión que tiene que ver con el inicio de este texto. En marzo, al menos hasta el 8M, lo que más vemos son mujeres en todos lados y en infinitos roles: se saca a relucir a presidentas, directoras, gerentas (ojo que el corrector ortográfico me marca la palabra en rojo porque “no es correcta”), científicas y todo tipo de genias, que sin duda han escalado con mucha entereza y convicción, rompiendo pisos, paredes y techos de cristal para llegar a la pequeña cúspide. Hasta ahora, fantástico, pero ya desde el 9 de marzo esta avalancha femenina, que además se vuelca a la calle en una potente marcha, se va reduciendo hasta quedar convertida en una pequeña bola de nieve, que tímidamente se abre uno que otro espacio en alguna que otra portada de diario y en la siempre presente publicidad para vender el trago de moda o el auto de lujo (sí, todavía en el siglo XXI).
Cuánto avanzaríamos como sociedad si de verdad se dejara de lado el lavado púrpura de marzo, es decir, la declaración rimbombante de que las mujeres somos necesarias, pero a la hora de la contratación persiste la dolorosa brecha salarial, sobre todo en los puestos de menores remuneraciones. Para qué hablar de la casi nula conciliación trabajo-familia o de la difícil tarea que es para la mayoría de las mujeres llegar a cargos de liderazgo o directorios, donde apenas el 14% logra una silla en las mayores instancias de toma de decisión de las empresas.
Mujeres, mujeres y más mujeres. Hermosas nos vemos en estos días, porque además todas los somos en nuestra inmensa diversidad, pero todavía falta que dejemos de ser utilizadas y vistas como objetos de decoración y que por fin veamos avances reales en una verdadera inclusión. Y para eso, se necesita un profundo cambio cultural.
Hoy cualquier avance hacia promover la equidad de género y la inclusión es un paso más y por lo mismo en Agencia Fi tenemos la convicción de que todo suma y hacemos nuestro aporte desde lo que amamos: la comunicación. Sabemos que podemos aportar a una mejor sociedad, tanto desde cómo nos relacionamos con nuestros clientes, el acompañamiento y la asesoría que entregamos, como también en nuestro funcionamiento interno. De hecho en Agencia Fi tres de los cuatro que conformamos un equipo de lujo somos mujeres, socias y directoras. Si bien estamos conscientes de que queda mucho por hacer, tenemos la certeza de que podemos construir una mejor sociedad y es por eso que hago un llamado a que cada persona desde su rol aporte al cambio que tanto necesitamos.